Entre los nuevos retos a los que se
enfrenta el comunicador en las organizaciones, el marketing personal me ha
llamado bastante la atención. Tengo desde hace algún tiempo la noción de que
somos nuestra marca, y que en alguna medida cada uno debe ser producto,
promotor y cliente satisfecho de sí mismo.
Una vez familiarizados con el concepto
de marketing[1]; y habiendo entendido que éste está orientado al
cliente, no al profesional, consultor o vendedor; y que además ayuda a
mantenerse en el largo plazo porque permite conocer focalmente ese cliente y
así diseñar productos y servicios que realmente lo satisfagan, generando así
una relación más profunda, sólida y duradera con el cliente o usuario[2]. Resulta sumamente fácil llegar a entender la
importancia de dicha noción también en el ámbito personal.
En este artículo me propongo señalar que dicho concepto es extrapolable a todas las dimensiones personales y que no se limita al ámbito laboral. Luego de hacer una lectura atenta del capítulo, se me vienen a la cabeza muchos ejemplos de cómo estas pautas de marketing y la noción de ser la propia marca aplican para todos los aspectos de nuestra vida.
En la lectura se afirma que la marca se
desarrolla a partir de conexiones emocionales. y que es importante recordar que
la marca y la reputación tienen una relación directamente proporcional. Esto no
dista en absoluto de nuestra vida cotidiana, pues nuestra reputación nos
acompaña a todas partes y es una característica, si bien no identitaria,
determinante de nosotros mismos. Nadie quiere ser relacionado con personas de
mala o dudosa reputación, en ningún ámbito de la vida. Es muy poco probable que
una persona sea considerada mala persona pero buen profesional. Como
propone Howard Gardner[3], "Una mala persona no llega a ser nunca un buen profesional"
Si somos nuestra propia marca, debemos tener presente que el nombre es una marca, de ahí la importancia en posicionarlo y cuidar la imagen física, personal y profesional. No olvidar que las marcas son relaciones y reflejan valores. No es una característica definitiva, pero debemos entender muchas teorías incluso psicológicas que hablas por ejemplo del efecto aureola (halo efect)[4]. En el que se evidencia que los seres humanos no tendemos a evaluar aspectos puntuales sino que nos dejamos guiar por opiniones generales para evaluar aspectos específicos, es decir, que si valoramos a alguien positivamente de forma global, también evaluaremos positivamente sus aspectos específicos. ¿No estamos familiarizados con que cuando una empresa se considera un éxito, automáticamente tendemos a sobrevalorar todas las actuaciones, decisiones, y actividades que lleve a cabo, y, en consecuencia, todo el mundo deseará hacer negocios con ella?[5]
Si somos nuestra propia marca, debemos tener presente que el nombre es una marca, de ahí la importancia en posicionarlo y cuidar la imagen física, personal y profesional. No olvidar que las marcas son relaciones y reflejan valores. No es una característica definitiva, pero debemos entender muchas teorías incluso psicológicas que hablas por ejemplo del efecto aureola (halo efect)[4]. En el que se evidencia que los seres humanos no tendemos a evaluar aspectos puntuales sino que nos dejamos guiar por opiniones generales para evaluar aspectos específicos, es decir, que si valoramos a alguien positivamente de forma global, también evaluaremos positivamente sus aspectos específicos. ¿No estamos familiarizados con que cuando una empresa se considera un éxito, automáticamente tendemos a sobrevalorar todas las actuaciones, decisiones, y actividades que lleve a cabo, y, en consecuencia, todo el mundo deseará hacer negocios con ella?[5]
También en la lectura encontramos que
la marca personal requiere coraje, para ser consistente se requiere valentía.
Esta será más fuerte en la medida en que busque satisfacer las necesidades de
los demás sin sacrificar sus valores. En el ámbito personal esto se puede
entender como aplomo y carácter. Se trata de ser una persona de mentalidad
flexible y abierto a las posibilidades, sí; pero de principios inamovibles,
cuya brújula moral indique el norte de todos los movimientos.
La confianza es un pilar importante en
las relaciones de todo tipo, tanto interpersonales como laborales. El grado de
confianza mide la profundidad de la relación, porque cuanto más profunda sea la
relación con el cliente, más conocimiento tendrá el uno del otro y eso
redundará en una mayor confianza y mejor calidad del servicio. Ahora, ¿no es
esto exactamente lo que pasa en todas las relaciones?
Y aunque los prejuicios son muy
desaconsejables, debemos ser conscientes de que existen y dado que la gente no
puede adivinar sus intenciones ni qué tan bueno es en su profesión sólo verá
sus acciones y a partir de allí se formará una percepción de usted. Así hará se
un juicio u opinión sobre su capacidad profesional. Por eso es tan importante
cuidar todos los aspectos, hasta los que se podrías considerar irrelevantes. En
esto el profesional en lenguas modernas debe tener habilidades particularmente
destacables, aparte de una presentación personal impecable, debe ser cuidadoso
con su lenguaje, prudente, tener un amplísimo conocimiento de cultura y de lo
que está pasando en la actualidad a nivel mundial. Debemos tener muy presente
que no seremos simples intérpretes sino mediadores, debemos articular
diferentes culturas y por lo mismo como personas debemos proyectarnos hacia
este fin.
En conclusión, la marca personal vendrá
a ser como la personalidad misma. Tener un personalidad definida no significa
que tenga aceptación por todos pero será un filtro que permitirá que se establezcan
relaciones sólidas y duraderas con las personas que en realidad importan y
aportan a ese crecimiento personal y de marca. No andamos a todas partes con un cartel
gigante procurando hacernos publicidad, pero nuestra presencia misma es lo que
nos ayudará a conseguir los mejores patrocinadores. Y no se puede reflejar lo
que no se tiene, así que todo el tema del marketing personal se puede llegar a
enmarcar en llevar una vida en donde desempeñemos nuestras tareas con gusto y
nos sintamos plenos, si bien dicen que la sonrisa es la mejor carta de
presentación, debemos llevar vidas profesionales y personales de las que
estemos orgullosos y nos permitan sonreír; ser íntegros en todo momento, si se
es buena persona, sí que se puede aprender a ser un buen profesional.
[1] Definido
por Orjuela como un proceso gerencial y social mediante el cual los individuos
y grupos obtienen lo que necesitan y desean a través de la creación e
intercambio de productos/servicios de valor con los otros.
[2] Cita
de Orjuela Córdoba a Kotler, Philip, Bloom Paul y Hayes Thomas (2004). El
marketing de servicios profesionales.
[4] Edward
L. Thorndike publicaba en 1920 el primer estudio que demostraba el efecto que
la opinión general previa tiene a la hora de evaluar aspectos concretos de un
individuo.
[5] Crítica
de Phil Rosenzweig de la forma actual en que, desde el punto de vista del
management, un negocio se percibe como un caso de éxito. “The Halo
Effect …and the eight other business delusions that deceive managers”(2007)